La emisión de gases de efecto invernadero alcanza un nuevo récord

Javier Vegas

Javier Vegas

La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera no para de crecer y se alcanza un nuevo récord.

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La concentración de gases de efecto invernadero, esos gases de los que tanto hablamos últimamente, que se encargan de absorber radiación terrestre y aumentar la temperatura global del planeta, han alcanzado valores récord según un reciente informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

La concentración media mundial de dióxido de carbono (CO2) en 2018 ha sido de 408,7 partes por millón (PPM), un aumento respecto a las 405,5 PPM de 2017. Hoy, la concentración es un 50% más elevada que en 1750, antes de la revolución industrial que supuso un punto de inflexión en la quema de combustibles fósiles.

En 2018 los valores medios de CO2 han llegado a las 408,7 PMM

El aumento no ha sido solo de CO2, también se ha notado en la concentración de otros importantes gases como el metano o el óxido nitroso, superando el promedio de la última década. Tanto es así, que el efecto invernadero de la tierra se ha amplificado entre 1990 y 2018 un 43 por ciento. Casi la mitad de ese aumento, lo ha provocado el dióxido de carbono.

Una tendencia que viene a demostrar que hasta la fecha, la acción global contra el cambio climático no está ayudando a reducir sus concentraciones. En su informe, la OMM deja de manifiesto que la brecha entre los objetivos y la realidad es evidente y creciente.

El efecto invernadero de la tierra se ha amplificado entre 1990 y 2018 un 43 por ciento

Otros gases que están potenciando el efecto invernadero son el metano y el óxido nitroso. El primero llega principalmente vía ganadería, cultivos como los del arroz y la explotación de combustibles fósiles. Es responsable del 17% del calentamiento que produce el invernadero atmosférico del planeta, y su concentración es hoy más del doble de la media registrada en tiempos preindustriales.

Por otra parte, el óxido nitroso, proviene entre otras fuentes del uso intensivo de fertilizantes y de la quema de bosques. Hoy su concentración ha aumentado un 23% respecto a lo que se medía en 1750.

Tendencia de la concentración de gases efecto invernadero entre 1975 y 2019. Fuente NOAA

Hace ya 4 años, científicos del mundo entero se reunieron en París para comunicar que las emisiones debían reducirse a la mitad en 2030 para conseguir limitar el calentamiento global a 1.5oC.

De no ser así, nos dijeron, que millones de personas sufrirán más olas de calor, sequías, inundaciones y pobreza. Según la OMM, no hay signos de desaceleración, y mucho menos de una disminución de estas concentraciones, y ahora más que nunca hay que aumentar el nivel de ambición para mejorar el futuro bienestar de la humanidad.

La última vez que la Tierra experimentó una concentración comparable de dióxido de carbono fue hace unos 3 a 5 millones de años. Por aquel entonces, la temperatura era 2 a 3oC más cálida y el nivel del mar unos 10 a 20 metros más alto que hoy.

Hace 3 a 5 millones de años, la temperatura de la tierra era 2 a 3 grados más elevada y el nivel del mar 10 a 20 metros más alto que hoy

Hasta la fecha, tres cuartas partes de los recortes de emisiones a los que se comprometieron los países firmantes del acuerdo de París en 2015, son insuficientes. VER MÁS. EL ÚNICO LUGAR EN LA TIERRA DONDE NO HAY VIDA

Esto según un análisis exhaustivo de expertos publicado a principios de noviembre, que sitúa al mundo camino del desastre climático. El contador de la concentración de CO2 medida en lo alto del observatorio Mauna Loa en Hawaii, es lo más parecido al reloj del día del juicio final.

Por desgracia, esta, no es una película de ciencia ficción, es una situación muy real. Nuestra capacidad para preservar la civilización tal como la conocemos, evitar la extinción masiva de especies y dejar un planeta saludable a futuras generaciones, depende de que detengamos ese reloj con urgencia.

 

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