En invierno dormimos más…y tiene una explicación

Javier Vegas

Javier Vegas

Hay varios factores que explican que dormimos más en invierno, no solo la luz solar.

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¿Alguna vez has notado cómo en invierno te quedas pegado a las sábanas, mientras que en verano madrugas más? Tiene una explicación, y el clima tiene mucho que ver.

Recientemente hemos cambiado de estación, y este tiene un impacto significativo en nuestros patrones de sueño. Muchas personas notan que duermen más durante el invierno y menos durante el verano y aunque puede parecer que solo es por la cantidad de luz solar disponible, hay más factores que contribuyen a este fenómeno.

En primer lugar, es importante entender que nuestro cuerpo tiene un reloj interno que controla nuestros ritmos circadianos. Estos ritmos son aproximadamente de 24 horas y controlan una variedad de procesos corporales, incluyendo el sueño. Nuestro reloj interno es influenciado por varios factores, como la luz, la temperatura y la alimentación, entre otros.

Menos exposición a la luz en invierno

Durante el invierno, los días son más cortos y las noches son más largas. Esto significa que estamos expuestos a menos luz durante el día, lo que puede afectar nuestros ritmos circadianos y hacer que nuestro cuerpo sienta la necesidad de dormir más.

Cuando hace frío, nuestro cuerpo necesita trabajar más para mantenerse caliente, durmiendo también más

Además, el clima más frío también puede afectar nuestros patrones de sueño. Cuando hace frío, nuestro cuerpo necesita trabajar más para mantenerse caliente, lo que puede resultar en una mayor fatiga y necesidad de dormir más.

Cambio en los niveles de melatonina

Otro factor que puede contribuir a dormir más en invierno es el cambio en nuestros niveles de melatonina. La melatonina es una hormona que se produce naturalmente en nuestro cuerpo y ayuda a regular nuestros ciclos de sueño-vigilia.

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La producción de melatonina está influenciada por la luz, y los niveles de melatonina son más altos en la oscuridad. Como los días son más cortos durante el invierno, es posible que nuestros niveles de melatonina sean más altos durante este tiempo, lo que puede resultar en una mayor somnolencia y necesidad de dormir más.

Patrones de actividad

También es importante considerar que nuestros patrones de actividad pueden cambiar durante el invierno. Muchas personas pasan más tiempo en interiores durante el invierno debido al clima frío, lo que puede resultar en una disminución en la actividad física y un aumento en el tiempo sedentario. La falta de actividad física puede afectar nuestra calidad de sueño y hacer que nos sintamos más cansados y necesitados de dormir más.

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Por otro lado, durante el verano, los días son más largos y las noches son más cortas. Esto significa que estamos expuestos a más luz durante el día, lo que puede afectar nuestros ritmos circadianos y hacer que nuestro cuerpo sienta la necesidad de dormir menos.

En verano estamos expuestos a más luz durante el día, lo que puede afectar nuestros ritmos circadianos

Además, el clima más cálido también puede afectar nuestros patrones de sueño. Cuando hace calor, nuestro cuerpo puede tener dificultades para regular su temperatura, lo que puede resultar en una mayor incomodidad y dificultad para dormir.

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Otro factor que puede contribuir a dormir menos en verano es la exposición a la luz artificial. Durante el verano, muchas personas pasan más tiempo en exteriores y están expuestas a una mayor cantidad de luz artificial durante la noche. La exposición a la luz artificial puede afectar nuestros niveles de melatonina y hacer que sea más difícil conciliar el sueño.

Por último, durante el verano, muchas personas tienen horarios diferentes debido a las vacaciones escolares y laborales. Las personas pueden viajar más durante el verano, lo que puede afectar sus patrones de sueño.