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La Niña

¿Qué es La Niña y cuáles son sus características? 

La Niña es un fenómeno natural, oceánico-atmosférico, que tiene una influencia muy significativa en las condiciones climáticas de diferentes regiones del mundo. Comienza con un decaimiento inusual de la temperatura en la superficie del océano Pacífico ecuatorial, y produce cambios muy importantes en la circulación atmosférica, principalmente en Sudamérica y Oceanía. 

Es el fenómeno contrario a El Niño, que implica un calentamiento notable y poco común en las mismas aguas. 

Dentro de sus mayores implicancias, encontramos cambios en el régimen de las precipitaciones, irregularidades en el comportamiento de las temperaturas y variaciones bruscas en las características del clima. Pero el fenómeno no impacta de la misma manera en todas las regiones, sino que produce efectos contrarios principalmente entre Sudamérica y Oceanía junto con el sudeste asiático. Mientras que en la primera región se favorece la intensificación de la sequía, en la segunda el fenómeno se traduce como un aumento de las precipitaciones.

El término “Niña” nace como respuesta antagónica a El Niño. Este último, que fue el primero en conocerse, debe su nombre a un grupo de pescadores de las costas de Perú, que asociaban la aparición inusual de aguas cálidas con el nacimiento del “niño Jesús”, dado que éstas se hacían presente cerca de la Navidad.

Tanto La Niña como El Niño se pueden interpretar como una oscilación del sistema oceánico-atmosférico, con grandes consecuencias a nivel global, y una periodicidad que va de tres a siete años. De hecho, La Niña suele considerarse como la fase fría de El Niño (debido a que se caracteriza por un enfriamiento de la superficie oceánica). Cabe remarcar que la periodicidad no es para nada simétrica, es decir, un evento Niño no nos garantiza que luego se produzca una Niña. Incluso puede ocurrir que durante varios años consecutivos se repita el mismo suceso, aunque no es tan frecuente.

Ambos fenómenos se originan gracias a la interacción entre el océano y la atmósfera. El suceso conjunto (Niño-Niña) recibe la denominación “ENSO” (El Niño – Southern Oscillation), que, a su vez, indica la combinación de dos eventos: El Niño (evento oceánico) y la Oscilación del Sur (evento atmosférico). Cabe destacar algo que ya se mencionó anteriormente, y es que ambos fenómenos pueden considerarse como uno solo con diferentes fases: fase cálida (El Niño) y fase fría (La Niña), con una fase neutral intermedia, donde la temperatura del océano se encuentra dentro del rango más común.

¿Por qué se produce La Niña?

La Niña se produce por una intensificación de los vientos Alisios, que permite un mayor barrimiento de las aguas oceánicas superficiales desde la costa sudamericana occidental hasta Oceanía y el sudeste de Asia. Esto, a su vez, da lugar a una surgencia de aguas frías más significativa sobre la región sudamericana, y permite medir una temperatura menor a la habitual en dichas aguas, mientras que se observa una temperatura superior a los valores normales en las aguas pertenecientes a la región de Oceanía y Asia (debido a una mayor presencia de aguas cálidas provenientes del este). Pero, para entender mejor el fenómeno, es necesaria una explicación más profunda.

Explicación del fenómeno

En condiciones normales, las aguas del océano Pacífico que bañan las costas de América del Sur (desde Chile hasta el sur de Ecuador) son frescas y ricas en nutrientes, lo que resulta favorable para un ecosistema con abundante vida marina. Estas aguas son traídas por la corriente de Humboldt, que proviene de la Antártida.

La corriente de Humboldt, que corre de sur a norte, se produce como compensación del barrimiento hacia el oeste que sufren naturalmente las aguas cálidas superficiales del océano Pacífico, por la presencia de los vientos alisios (que soplan con una componente del este muy importante). Estas aguas se alejan de Sudamérica y bañan las costas de Indonesia y Australia, mientras que la corriente de Humboldt avanza frente a las costas de Chile, Perú y el sur de Ecuador, a menos de 50 metros de profundidad. Es importante resaltar que, en condiciones normales, la corriente de Humboldt contribuye a mantener la temperatura superficial del océano en los valores típicos.

Las aguas frescas sobre la costa occidental de Sudamérica actúan como un factor moderador de la evaporación y las precipitaciones, es decir, contribuyen a mantener un cierto equilibrio pluviométrico. Por otra parte, estas aguas son muy ricas en nutrientes para los peces, por lo que su presencia resulta muy beneficiosa para la industria pesquera.

Los vientos alisios convergen en una zona cargada de humedad, donde la superficie del océano tiene una temperatura relativamente elevada y la convección es muy intensa. En consecuencia, es una zona caracterizada por el contínuo ascenso de masas de aire cálido y húmedo, que se bifurcan en altura, aproximadamente en el nivel de la tropopausa. Parte de ese aire que se elevó desde la superficie, regresa (en altura) hacia el este como aire seco. Luego, para completar la celda de circulación (conocida como “celda de Walker”), el aire seco desciende por subsidencia.

Entonces, cuando los vientos alisios se intensifican, las aguas cálidas del océano Pacífico son barridas hacia el oeste de manera aún más significativa, sin posibilidad de retornar hacia la costa sudamericana. Esto provoca que la corriente de Humboldt se fortalezca, ya que esta se genera para compensar dicho barrimiento. Esto genera una disminución de la temperatura superficial del océano sobre las costas de Sudamérica, y, por el contrario, un calentamiento en las aguas que bañan las costas de Indonesia y Australia principalmente. Estas anomalías de temperatura en la superficie oceánica producen el fenómeno que conocemos como La Niña, y tienen implicancias totalmente opuestas a las propias de un evento Niño.

¿Cuánto puede durar?

En la mayoría de los casos, la duración de un evento Niña puede ir desde los 9 meses hasta los 3 años. Por lo general, el fenómeno comienza a mediados de año, alcanza su intensidad máxima a finales del mismo año y se debilita a mediados del año siguiente. Dicho esto, es importante aclarar que La Niña se puede clasificar como débil, moderada o fuerte, según su intensidad, no su duración. Es decir, la intensidad del fenómeno no se condice necesariamente con su duración (puede durar más y ser menos intenso, o viceversa). Por otra parte, también es importante mencionar que La Niña suele ser un fenómeno menos frecuente que El Niño.

¿Cómo sabemos cuando comienza La Niña?

Sabemos que el fenómeno está en desarrollo cuando la fase positiva de la Oscilación del Sur (diferencia positiva entre la presión atmosférica de Tahití y Darwin) muestra niveles significativos durante varios meses, sumado a un debilitamiento evidente de la corriente contra-ecuatorial, que en condiciones normales desplaza las aguas cálidas superficiales desde las costas asiáticas hasta las costas sudamericanas.

Esto resulta en la aparición de aguas más frías a lo largo del Ecuador, y, por ende, en una disminución de la temperatura superficial oceánica, que constituye la evidencia más directa de la presencia de que La Niña se encuentra en su fase inicial.

Durante un evento Niña, las aguas cálidas del Pacífico ecuatorial se concentran cerca de Oceanía, donde favorecen el desarrollo de la nubosidad (gracias a una mayor evaporación) y episodios de lluvias intensas. Por otra parte, en dicha región se registra una disminución de la presión atmosférica a nivel del mar, y, por el contrario, se observa un aumento de la presión en el Pacífico tropical junto a las costas de Sudamérica y Centroamérica. Estos cambios generan un gradiente de presión muy importante entre ambos extremos del Pacífico ecuatorial, y provocan una disminución del nivel del mar en las costas de Colombia, Ecuador, Perú y norte de Chile, y un aumento del mismo en Oceanía. 

Fases de La Niña

Desde 1989 hasta la actualidad, se distinguen 4 fases que permiten conocer el estado La Niña:

  • Fase preludio: Es la instancia previa al fenómeno, donde la Niña todavía no comienza, sino que se da por terminado el fenómeno de El Niño. Durante esta fase, las temperaturas superficiales del océano tienden a los valores típicos.
  • Fase inicial: Se da por comenzado el fenómeno de La Niña. Más específicamente, en esta fase tiene lugar la intensificación de los vientos alisios y un notable desplazamiento hacia el norte de la zona de convergencia intertropical (ZCIT). También se registra un aumento de la actividad convectiva al oeste del meridiano 180º, en el océano Pacífico, donde la temperatura superficial del agua registra un incremento superior a lo habitual.
  • Fase de desarrollo: En esta fase, los patrones típicos de La Niña ya se encuentran establecidos. Las aguas cálidas de las costas asiáticas ya no tienen efecto sobre las aguas sudamericanas, que presentan temperaturas superficiales por debajo de los valores normales. Además, en dicha zona tiene lugar la surgencia del agua fría y rica en nutrientes desde las profundidades, como consecuencia del barrimiento superficial de aguas que provocan los vientos Alisios. También se observa un fortalecimiento de la corriente ecuatorial del sur y una mayor cercanía entre la termoclina y la superficie del mar en el Pacífico Tropical.
  • Fase de maduración: Esta fase marca el final de La Niña, y tiene lugar cuando la intensidad de los vientos Alisios decae nuevamente hasta los valores normales. 

Impacto en el clima global

Cuando tiene lugar el fenómeno de La Niña, la distribución inusual de la temperatura oceánica provoca cambios de circulación en la atmósfera, y la zona convectiva que normalmente se ubica al oeste del océano Pacífico (sobre Oceanía y el sudeste asiático) se ve aún más intensificada, mientras que las costas occidentales de Sudamérica experimentan un predominio de condiciones más estables, con subsidencia de aire seco, lo que inhibe las precipitaciones. En otras palabras, La Niña genera una intensificación de la ya mencionada “celda de Walker”.

La Niña representa importantes cambios en el clima para las regiones más afectadas (no son solamente Sudamérica y Oceanía) que se manifiestan principalmente en el régimen de precipitaciones. Por ejemplo, mientras que en Centroamérica se esperan condiciones más húmedas de lo normal, sobre todo en las zonas costeras del mar Caribe, en buena parte de Sudamérica tiene lugar el predominio de condiciones muy secas, con variaciones en la temperatura media que dependen de cada área específica. En Ecuador y Perú el ambiente tiende a ser más fresco de lo normal, mientras que, por ejemplo, en Chile central las condiciones resultan más calurosas que lo habitual. En general, en el continente americano, las temperaturas de la estación invernal tienden a ser más cálidas en el Sudeste y más frías en el Noreste.

Por otra parte, en la región de Oceanía, los países experimentan precipitaciones más intensas y frecuentes de lo normal. Sin ir más lejos, en Australia, La Niña suele producir un incremento cercano al 22% en el promedio anual de precipitaciones, sobre todo en el este y en el norte de su territorio. 

Hasta el día de hoy, tanto La Niña como El Niño (en conjunto) se consideran un fenómeno ocasional, irregular y aperiódico, que tiene un gran impacto socioeconómico en diferentes países alrededor del mundo.

¿Qué es La Niña costera?

Se conoce como «La Niña costera» al evento climatológico que implica un enfriamiento notorio y anómalo de las aguas superficiales del océano Pacífico oriental ecuatorial cercano a la costa de Sudamérica. 

Si bien es muy similar a La Niña (y de hecho está relacionado), se diferencia porque este fenómeno se desarrolla en el océano Pacífico central y tiene efectos sobre el clima a nivel global. En cambio, las implicancias de la Niña costera, si bien pueden ser igual o más importantes que las de La Niña, tienen un alcance mucho más local.

Como es de esperarse, contrario a los efectos de la Niña costera, existe el fenómeno del Niño costero, caracterizado por un calentamiento de las aguas costeras en la región sudamericana, que, al igual que El Niño, ha tenido efectos muy negativos en algunas zonas puntuales de la región. 

Para la determinación de estos fenómenos se utiliza el llamado “Índice Costero El Niño” (ICEN), que se compara con el “Índice Oceánico del Niño” (ONI), y, según los valores que arroje, se define tanto la presencia como la intensidad del evento.