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Huracán

¿Qué es un huracán?

En meteorología, «huracán» es otro término para referirnos a un ciclón tropical. Es un centro de baja presión muy profundo que se desarrolla en latitudes tropicales y provoca un fuerte sistema de tormentas con una circulación notablemente cerrada. En el hemisferio norte estos sistemas rotan en sentido antihorario y en el hemisferio sur en sentido horario, pero en ambos casos se trata del mismo fenómeno. 

El nombre huracán es característico de los ciclones tropicales que se forman en el océano Atlántico o el Pacífico Oriental, pero en otras regiones se los denomina de manera distinta: «Tifón» cuando se desarrollan en el Pacífico noroccidental y simplemente «Ciclón» cuando tienen lugar en el océano Índico o en el Pacífico suroccidental. 

La presencia de un huracán implica vientos muy intensos, olas muy altas y lluvias torrenciales. Pero exactamente en su centro, el viento es débil y la nubosidad muy escasa. Esta área se conoce como «ojo del huracán», y es muy sencillo localizarla con imágenes de satélite. 

Los huracanes pueden llegar a ser muy extensos, incluso superar los 500 km de diámetro, y provocar vientos sostenidos mayores a los 200 km/h. Pero este potencial destructivo no es lo único que los diferencia de los ciclones de latitudes medias, ya que también se distinguen por su proceso de formación y su estructura.

¿Cómo se forma?

Para la formación de un huracán se necesita una cierta combinación de factores atmosféricos sobre una gran superficie de agua cálida, algo posible en zonas intertropicales.  

Los huracanes se alimentan de la liberación de calor latente, durante la condensación de aire húmedo (el calor latente es la energía liberada o absorbida durante el cambio de estado de una sustancia). El proceso inicia con un importante calentamiento del aire que se encuentra sobre la superficie del océano, y continúa con fuertes movimiento ascendentes, provocados por el calentamiento (convección). Por este motivo se dice que los huracanes tienen un núcleo cálido, ya que, tanto en las capas bajas y medias de la atmósfera, el aire del entorno es más frío que el aire en el centro del huracán.

Una vez que el huracán se desarrolla, se desplaza sobre el océano mientras se intensifica, pero se debilita al tocar tierra, ya que eso interrumpe su fuente de alimentación. Esto explica que sus efectos sean más dañinos sobre las costas que tierra adentro.

Con respecto a las condiciones específicas para la formación de un huracán, son las siguientes:

  • La superficie del océano debe tener una temperatura por encima de los 26°C, para que la evaporación sea muy significativa.
  • La distancia al ecuador desde el punto de formación debe ser de por lo menos 5 grados de latitud (norte o sur), ya que la acción de la fuerza de Coriolis es determinante.  
  • El viento no debe variar mucho con la altura, tanto en su dirección como en su velocidad. Esto permite que la parte inferior del sistema pueda mantenerse acoplada a la parte superior.
  • La humedad relativa debe ser alta en los niveles bajos y medios de la atmósfera.
  • Debe existir un predominio de las bajas presiones, o bien una zona de marcada inestabilidad.

Estructura física

Dentro de un huracán existen tres zonas bien diferenciadas: el ojo, la pared del ojo y las bandas lluviosas.

El ojo se ubica en el centro del huracán y se distingue principalmente por ser un área de calma relativa. Se forma en el llamado “núcleo cálido”, donde la presión atmosférica es mínima, y se extiende en toda la columna de aire, desde la superficie hasta el límite superior del huracán. Es una zona dominada por movimientos descendentes de aire seco y cálido, por lo que la nubosidad es muy escasa. Su diámetro suele ser de unos pocos kilómetros, y su borde se establece a partir de las espesas nubes que lo rodean.

La pared del ojo es el área contigua al centro del huracán, donde se ubican las nubes más altas y tienen lugar los vientos más intensos y las lluvias más fuertes. Esta zona también es propensa para la formación de tornados.   

Las bandas lluviosas se presentan como un patrón de nubes espiralado que se extiende (a menudo) cientos de kilómetros por fuera de la pared del ojo, y siguen la rotación inducida por el centro de baja presión (antihoraria en el hemisferio norte, horaria en el hemisferio sur). En esta zona los vientos y las precipitaciones son más débiles que en la pared del ojo.

Clasificación de huracanes por peligrosidad

Los huracanes se clasifican de menor a mayor categoría según la intensidad del viento, y, por ende, su potencial destructivo. Para eso se utiliza la escala Saffir-Simpson, que distingue 5 tipos de huracanes, desde el llamado “categoría 1” (mínima peligrosidad) hasta el “categoría 5” (máxima peligrosidad). Además de esta denominación, también se tiene en cuenta a los ciclones tropicales que no alcanzan ninguna categoría de huracán. Estos pueden clasificarse como «depresión tropical» o «tormenta tropical».

De menor a mayor peligrosidad: 

  • Depresión tropical: El viento no supera los 62 km/h. Pueden generar lluvias intensas, pero no representan una amenaza mayor.
  • Tormenta tropical: La velocidad máxima del viento se ubica entre los 63 y los 118 km/h. Si bien este tipo de ciclones no suele causar grandes daños, el viento puede comenzar a considerarse un problema.
  • Huracán categoría 1: Los vientos más fuertes pueden ubicarse entre los 119 y 153 km/h. Suele causar daños en árboles y pequeñas inundaciones en zonas costeras, sin generar daños en las estructuras de los edificios.
  • Huracán categoría 2: Vientos máximos entre los 154 y 177 km/h. Puede causar la destrucción de tejados, puertas y ventanas, además de importantes daños en la vegetación e inundaciones en zonas costeras.
  • Huracán categoría 3: La velocidad máxima del viento se encuentra entre los 178 y los 208 km/h. Suele causar daños estructurales en algunos edificios y la destrucción de casas móviles. Puede generar inundaciones tierra adentro.
  • Huracán categoría 4: Los vientos más intensos pueden alcanzar entre los 209 y 251 km/h. Implica daños generales en edificios y estructuras. La marea ciclónica puede alcanzar los 5,5 metros de altura y provocar importantes inundaciones en zonas costeras y aledañas.
  • Huracán categoría 5: El viento supera los 252 km/h y tiene la capacidad de provocar la destrucción completa de edificios. La marea ciclónica puede superar los 6 metros de altura y cubrir las plantas inferiores de los edificios. Este tipo de ciclones implica realizar evacuaciones masivas.

Consecuencias de los huracanes

Entre los efectos más peligrosos de un huracán se encuentran los vientos intensos, la marejada ciclónica, las fuertes lluvias, las inundaciones y los deslizamientos. 

Si bien los fuertes vientos pueden parecer la amenaza más importante ante la ocurrencia de un huracán, se calcula que más de la mitad de las víctimas mortales de un huracán se deben a las grandes marejadas costeras. El nivel de una marejada está determinado en gran medida por la intensidad del huracán y la pendiente continental. Mientras más plana y extensa sea la costa, más devastadores pueden ser los efectos.

No obstante, aunque los vientos no representan una de las principales causas directas de fallecimientos por huracanes, pueden generar importantes destrozos, sobre todo en edificios, tendidos eléctricos y árboles o arbustos.

Los huracanes implican grandes pérdidas económicas y la necesidad de ayuda humanitaria en las zonas afectadas. Incluso, en ocasiones, su presencia puede alterar de manera significativa los patrones atmosféricos y generar abundantes precipitaciones a miles de kilómetros de distancia desde su ubicación.

¿Dónde y cuándo se producen los huracanes?

La mayor parte de los huracanes se forman en la Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT), un área caracterizada por la alta actividad convectiva que se ubica entre los 10° y 20° de latitud. Los huracanes tienden a desplazarse por el océano y afectar mayormente a ciertas regiones:

  • Océano Atlántico Norte: Las áreas más frecuentes son la costa oriental de EEUU, México, Centroamérica y las islas del Caribe. Los huracanes que afectan a este área suelen originarse al oeste de la costa occidental africana.
  • Océano Pacífico Noreste: Suelen afectar mayormente a Hawái, México, Centroamérica, y algunas pocas veces a California.
  • Océano Pacífico Noroeste: Los países principalmente afectados suelen ser Japón, China, Taiwan y Filipinas, además de otras áreas del sudeste asiático y algunas islas de Oceanía. Es la región del mundo con mayor registro de ciclones tropicales (tifones).
  • Océano Índico Norte: Las principales áreas incluyen la bahía de Bengala y el mar Arábigo. En esta región los huracanes son menos frecuentes que en otras, pero arrasan con zonas altamente pobladas y muy vulnerables.
  • Suroeste del Pacífico, suroeste y sureste del Índico: Los ciclones tropicales que se desplazan por estas zonas son menos comunes y están poco estudiados.

Vale aclarar que, en situaciones muy excepcionales, pueden desarrollarse sistemas de baja presión con características tropicales en otras zonas de latitudes bajas y medias, e incluso en el Mediterráneo, donde reciben el nombre de «medicanes».

En cuanto al momento de mayor actividad ciclónica, el pico a nivel mundial ocurre entre el final del verano y el principio del otoño en el hemisferio norte, aunque cada región tiene una temporada de huracanes propia. En el Atlántico Norte, los huracanes tienden a formarse entre el 1 de junio al 30 de noviembre, con una probabilidad mayor hacia finales de agosto y septiembre. En promedio (por temporada) esta región registra 6 ciclones con categoría de huracán, de los cuales 2,5 alcanzan o superan la categoría 3.

Huracanes más devastadores

  • Gran Huracán (octubre de 1780): Fue el primer huracán extremadamente mortífero desde que se tienen registros. El viento alcanzó una velocidad estimada de 320 km/h (la categoría 5 comienza con 252 km/h). Arrasó en varias islas del Caribe oriental (Martinica, San Eustaquio y Barbados principalmente). La cifra estimada de muertos ronda los 27.500.
  • Huracán de Galveston (septiembre de 1900): Se lo considera el desastre natural más mortífero en la historia de EEUU. Tocó tierra en la costa de Texas, en la localidad que le da su nombre, con vientos de hasta 217 km/h. Se llevó la vida de 10.000 personas aproximadamente, casi el 20% de la población de la zona. 
  • Ciclón Bhola (noviembre de 1970): Alcanzó la categoría 4 en zonas muy pobladas de India y Bangladesh. Se lo considera el ciclón tropical más mortífero de la historia y uno de los mayores desastres naturales registrados. Dejó alrededor de medio millón de fallecidos.
  • Huracán Mitch (octubre de 1998): Se considera uno de los huracanes más destructivos de la era moderna, con vientos sostenidos que alcanzaron los 290 km/h (se considera categoría 5 desde los 252 km/h). Arrasó con varias zonas de Centroamérica y significó la muerte de 18.000 personas.  
  • Huracán Katrina (agosto de 2005): Alcanzó la categoría 5 en el Golfo de México y después tocó tierra en la ciudad de Nueva Orleans como huracán de categoría 3. Dejó alrededor de 2.000 personas fallecidas y la ciudad totalmente anegada, como consecuencia de la subida del nivel del mar. Generó pérdidas económicas mayores a los 100.000 dólares, más que ningún otro huracán en EEUU.
  • Huracán María (septiembre de 2017): Alcanzó la máxima categoría y resultó devastador en las Islas Vírgenes, Puerto Rico y Dominica. Se llevó alrededor de 5.000 vidas humanas.

Huracanes y cambio climático

Debido al calentamiento global, está previsto que la temperatura de los océanos aumente. Esto implica condiciones más favorables para el desarrollo de huracanes.  

Los modelos climáticos muestran una mayor frecuencia de huracanes fuertes en el futuro (de categoría 4 o 5), pero al mismo tiempo sugieren una disminución en la frecuencia de huracanes de menor categoría. 

Todo parece indicar que, aunque no aumente la frecuencia total de los huracanes, estos serán cada vez más intensos.