Meteopedia

Verano

¿Qué es el verano?

En zonas templadas, el verano astronómico es la estación del año que transcurre entre la primavera y el otoño. En el hemisferio norte sucede entre el 21 de junio y el 21 de septiembre, y en el hemisferio sur entre el 21 de diciembre y el 21 de marzo. Se caracteriza principalmente por las altas temperaturas y los días largos. La palabra «verano» proviene del latín «verno», que se traduce como “primaveral”.

Cuando el verano comienza en un hemisferio, el invierno comienza en otro. Hablamos de “verano boreal” para referirnos al verano en el hemisferio norte, y llamamos “verano austral” al del hemisferio sur. En meteorología también se utiliza el término «verano climatológico» para hacer referencia al trimestre junio-julio-agosto en el hemisferio norte y al período diciembre-enero-febrero en el hemisferio sur. 

Además, en la zona intertropical,  el término «verano» se utiliza para hacer referencia a la estación seca, y el «invierno» se asocia a la estación lluviosa.

Comienzo y final del verano

El verano astronómico inicia con un solsticio («solsticio de verano») y termina con un equinoccio («equinoccio de otoño»). En el solsticio de verano la cantidad de horas de luz es máxima, y coincide con el solsticio de invierno en el hemisferio opuesto. Esto se debe a que el eje de rotación terrestre alcanza la inclinación máxima respecto a la órbita solar (23° 27’) y mientras uno de los hemisferios recibe la máxima luminosidad, el otro recibe la mínima. Hay solo dos solsticios en el año, entre el 21 y 22 de junio (comienza el verano en el hemisferio norte) y entre el 21 y 22 de diciembre (comienza el verano en el hemisferio sur). 

En cambio, en el equinoccio de otoño (21 de septiembre en el hemisferio norte y 21 de marzo en el hemisferio sur), el día y la noche tienen igual duración. Esto ocurre debido a que, durante este día, el sol sale exactamente por el este y se oculta por el oeste, ubicándose sobre el plano del ecuador terrestre, y la radiación incidente resulta perpendicular a la línea del ecuador (lo mismo ocurre en el equinoccio de primavera). 

En resumen, como el verano inicia con el día más largo y termina con un equinoccio, es evidente que durante este período los días se acortan cada vez más. 

¿Cómo es el tiempo en España durante el verano?

El verano en España se caracteriza por ser un período de temperaturas elevadas y escasas precipitaciones. Según datos pertenecientes al periodo 1981-2010, la temperatura media en España para la temporada de verano es de 23°C, y la precipitación promedia ronda los 73 mm.

Durante un día de verano, con facilidad se superan los 30°C, e incluso los 40°C en algunas oportunidades (sobre todo en zonas del Valle del Guadalquivir y del Tajo). Además, son habituales las noches tropicales, con mínimas superiores a los 20°C. En particular, los días más cálidos del año suelen darse durante la segunda quincena de julio y la primera de agosto (periodo canicular o canícula).

Las áreas más frescas se corresponden por lo general con las costas gallegas y el cantábrico occidental, donde las marcas térmicas apenas suelen alcanzar los 20°C. Además, con noches más largas hacia el final del verano, las mínimas empiezan a ser más bastante bajas, sobre todo en algunas áreas del interior peninsular. Por este motivo, es bastante común que a finales de agosto se comiencen a registrar heladas en zonas de la Cordillera Cantábrica y del Sistema Ibérico.

En cuanto al régimen de lluvias, el verano se considera la temporada más seca del año en todo el país, aunque suelen ser frecuentes las tormentas en zonas interiores y montañosas. De los tres meses que componen el verano climatológico, junio es el más lluvioso, debido a una mayor  frecuencia de sistemas frontales. 

Fenómenos característicos del verano

Durante el verano, los períodos largos sin precipitaciones son muy comunes, y suelen generar sequías en zonas amplias. Las lluvias en esta estación suelen ser mayormente convectivas, y ocurren principalmente durante la tarde, en horas de máximo calentamiento.  

También son bastante habituales los períodos extensos de temperaturas muy elevadas, y resulta esperable que en algún momento de la estación se registren olas de calor. Además, la combinación de altas temperaturas, sequía y vientos, favorece la aparición de incendios forestales.