Meteopedia

Aurora boreal

¿Qué es una aurora boreal?

Una aurora es un fenómeno atmosférico luminiscente que se presenta en el cielo nocturno, principalmente en regiones polares. Hablamos de «aurora boreal» para referirnos a este fenómeno en el hemisferio norte y «aurora austral» en el hemisferio sur, donde es menos frecuente.

Las auroras se consideran electrometeoros, es decir, fenómenos meteorológicos en los que la atmósfera manifiesta su electricidad, de forma visible o audible. Otros ejemplos de electrometeoros son los relámpagos y los truenos.

El término «aurora boreal» fue creado por Galileo Galilei en 1619, quien tomó los nombres de la diosa romana del amanecer (Aurora) y del dios griego de los vientos del norte (Bóreas).

¿Cómo se forman las auroras boreales?

Se originan a partir de partículas solares que se ionizan al entrar en contacto con el campo magnético de nuestro planeta, en la atmósfera alta (magnetosfera). Su intensidad depende de qué tan aceleradas estén las partículas, y de la actividad solar (que no es nada regular).

El sol emite un flujo de partículas cargadas de manera contínua, a través de lo que llamamos «vientos solares». Cuando estas partículas, que recorren el espacio a gran velocidad, hacen contacto con el campo magnético terrestre, son atraídas hacia los polos por la magnetosfera y se ionizan a una altura de 100 a 240 km aproximadamente, provocando las auroras.

Como la trayectoria de las partículas hacia los polos está determinada por las líneas invisibles del campo magnético terrestre, éstas se ionizan formando anillos muy luminosos y coloridos alrededor de nuestro planeta, en latitudes altas, que percibimos como auroras. Los anillos se componen de millones de átomos excitados que emiten pequeños destellos de luz.

Colores y formas de las auroras boreales

Podemos describir las auroras como luces que “danzan” en el cielo, mientras cambian de forma y color. Mayormente son verdes, pero también pueden tener tonalidades violetas, rojas, azules, rosas o naranjas.

Los colores de las auroras dependen de las moléculas excitadas por las partículas solares. Según cuales sean, y la cantidad de energía que alcancen, la tonalidad podrá ser una u otra. El color más esperable es el verde, que se debe a la reacción de los átomos de oxígeno, normalmente a una altura de 120 a 250 km. A una altitud mayor (> 250 km), donde los átomos de oxígeno se encuentran más dispersos, éstos emitirán luz en una longitud de onda mayor, y la tonalidad será rojiza. Por otra parte, a menor altitud (< 120 km), las partículas solares también pueden hacer contacto con átomos de nitrógeno, creando luces azules (con una longitud de onda menor). Por último, si la actividad solar es muy fuerte, las colisiones pueden darse en niveles más bajos de la atmósfera y generar auroras con tonos violetas.

Hay que tener en cuenta que el ojo humano no siempre puede distinguir a simple vista los distintos colores de las auroras. Por lo general, observamos un haz blanquecino, más o menos nítido, y son pocas las ocasiones donde la intensidad del fenómeno y las condiciones atmosféricas nos permiten diferenciar los colores.

Las formas de las auroras boreales

La forma que adquiere la aurora depende de la actividad solar. Cuando esta es baja, el fenómeno se presenta como un resplandor tenue, similar a una nube de poco espesor. Sin embargo, también puede aparecer con un patrón de arcos o espirales, siguiendo las líneas del campo magnético terrestre, que se vuelven más irregulares con un incremento de la actividad solar.

Otras formas bastante comunes de las auroras son las bandas o rayas. Mientras que el patrón más peculiar es el que se asimila a una corona. Por lo general, este último aparece durante periodos de alta actividad solar (con tormentas solares).

¿Cuándo es la mejor época para ver auroras boreales?

Para ver auroras en el hemisferio norte, la mejor época es entre septiembre y abril (entre el otoño y el invierno). En verano no son visibles dado que en regiones polares no hay suficiente oscuridad por la noche (o directamente no existe). Sin embargo, en latitudes no tan altas y durante tormentas solares intensas, pueden llegar a ser visibles de manera tenue en los meses del período estival.

Por otra parte, la actividad solar, y por ende la intensidad de las auroras, está estrechamente asociada con los ciclos solares. El más conocido, que tiene relación con las manchas solares, se completa en aproximadamente 11 años. En ese tiempo tiene lugar un período de alta actividad, que se da más o menos en la mitad, y dos periodos de baja actividad, en el principio y en el final.

Si bien las auroras pueden pronosticarse con cierta antelación gracias al índice geomagnético KP, que mide los efectos magnéticos de los eventos solares y los impacta en una escala con rango de 0 a 9, como se trata de un fenómeno natural, la predicción siempre tiene un margen de error.

A diferencia de lo que se piensa comúnmente, la mayor actividad de auroras no se da justo en los polos, sino en una franja que se ubica aproximadamente en los 60º de latitud, coincidiendo con el círculo polar ártico en el hemisferio norte y el círculo polar antártico en el hemisferio sur. En el hemisferio norte, donde ocurren las auroras boreales, la franja se extiende por Alaska, norte de Canadá, Groenlandia, Islandia, Escandinavia y Rusia.