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Lluvia ácida

¿Qué es la lluvia ácida?

La lluvia ácida es un tipo de precipitación líquida con un pH más bajo de lo normal (menor a 5,6). Ocurre gracias a la contaminación atmosférica provocada por la quema de combustibles. En concreto, los gases emitidos por dicha actividad reaccionan con el oxígeno y el vapor de agua, formando ácidos que luego llegan a la superficie en forma de precipitación.

Este fenómeno resulta muy peligroso para el medio ambiente y los seres vivos, ya que permite la acidificación del suelo y las aguas superficiales.

¿Cómo se produce?

Los gases que provocan lluvia ácida son principalmente los óxidos de nitrógeno (NOx) y el dióxido de azufre (SO2). Si bien estos pueden ser liberados a la atmósfera de forma natural, como en las erupciones volcánicas, la actividad humana es la principal fuente de emisión. Más específicamente, estas sustancias provienen de la quema de combustibles fósiles, las industrias, el transporte, el uso de fertilizantes y combustión de desechos (industriales, urbanos y agrícolas).

Una vez en la atmósfera, los contaminantes se oxidan y favorecen la formación de trióxido de azufre (SO3) y dióxido de nitrógeno (NO2). La interacción de estos gases con el vapor de agua produce ácido sulfúrico (H2SO4) y ácido nítrico (HNO3), que caen a la superficie diluidos en gotas de lluvia, o, en menor medida, en forma de nieve o niebla.

Contaminación transfronteriza

Gracias al transporte atmosférico, la lluvia ácida puede ocurrir a cientos o miles de kilómetros de las fuentes emisoras de contaminantes. Este fenómeno está determinado por la dirección y velocidad del viento principalmente, pero también por otros aspectos topográficos y meteorológicos, como la altitud, la latitud y la inversión térmica.

Los diferentes mecanismos de transporte permiten que la contaminación transfronteriza sea posible. A raíz de esto, en el marco de la UE, se firmó el Convenio de Ginebra de 1979 sobre Contaminación Transfronteriza a gran distancia, que comenzó a regir en 1983. Este convenio establece la cooperación entre gobiernos para cuidar la salud de la población y el medio ambiente, ante la contaminación atmosférica que puede afectar a múltiples territorios.

¿Qué consecuencias tiene?

Cuando la lluvia ácida llega a la superficie, provoca una acidificación del medio ambiente. Esto se traduce como una alteración de las características químicas del suelo y las aguas, que pone en peligro al equilibrio de los ecosistemas. Además, gracias a los mecanismos de transporte atmosférico, este fenómeno puede ocurrir lejos del foco de emisión de los contaminantes, incluso días o semanas después. Por tal motivo, para combatir sus efectos se requiere acción colectiva e intergubernamental. 

Entre las principales consecuencias de la lluvia ácida, encontramos:

  • Acidificación de las aguas

La pérdida de biodiversidad y productividad en los océanos, es uno de los efectos directos de la lluvia ácida en el medio ambiente. La acidificación de las aguas oceánicas daña considerablemente al fitoplancton, que es la fuente principal de alimento para muchos organismos. Por tal motivo, puede llegar a modificar la cadena trófica, y provocar así la extinción de especies marinas.

Por otra parte, la lluvia ácida también altera el equilibrio de los iones del agua, incrementando la concentración de iones metálicos (principalmente aluminio). Esto puede ocasionar la muerte de peces, anfibios y plantas acuáticas. 

Además, por si esto fuera poco, los metales pesados son desplazados hacia las aguas subterráneas, lo que disminuye su potabilidad.

  • Acidificación de los ecosistemas terrestres

La disminución del pH en el suelo, junto con la concentración de metales (como el aluminio), provocan que la vegetación no pueda absorber correctamente el agua y los nutrientes que necesita. Esto genera un deterioro de las raíces, cuyo crecimiento puede verse gravemente afectado. Como resultado final, las plantas se vuelven más vulnerables a las enfermedades y plagas, principalmente las que toman el agua directamente a través de sus hojas (como los musgos y líquenes).

Algunos tipos de suelo presentan una mayor capacidad para neutralizar los ácidos. En general, las zonas con menor capacidad amortiguadora son aquellas con suelos forestales y pastizales, donde los efectos nocivos de la lluvia ácida se sienten en mayor medida.

  • Efectos en construcciones, materiales y arte

La lluvia ácida puede poner en riesgo el patrimonio histórico, artístico y cultural.

Este fenómeno es mayormente conocido por su capacidad de corroer elementos metálicos en edificios e infraestructuras, además de dañar el aspecto de los monumentos. 

El deterioro más importante se produce en las construcciones calcáreas (como el mármol), que se disuelven lentamente por la acción de los ácidos que son arrastrados con la lluvia.

¿Es perjudicial para la salud?

Por un lado, la lluvia ácida genera afecciones en la piel y los ojos. Pero, además, los gases que la provocan (como los óxidos de azufre y el nitrógeno), pueden producir enfermedades respiratorias.

Por otra parte, la acidificación de las aguas subterráneas puede afectar negativamente su potabilidad, mediante la liberación de metales tóxicos en condiciones de pH ácido.

¿Cómo evitar la lluvia ácida?

La única manera de combatir la lluvia ácida, es mitigar las emisiones de los gases contaminantes que la generan. Para ello, debemos reducir el uso de combustibles fósiles y virar hacia fuentes de energía renovables. También se debe lograr una reducción del consumo energético en las industrias, y fomentar el “transporte cero emisiones”.

La respuesta a este problema debe ser conjunta, con el compromiso de los gobiernos, las empresas y cada ciudadano para cuidar el medio ambiente.