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Sismo

¿Qué es un sismo y por qué se produce?

Un sismo, del griego «seismos» (temblor de tierra), es un temblor brusco y momentáneo de la corteza terrestre, que puede generar graves daños en viviendas y edificios, derrumbes de puentes y otras grandes estructuras, pero principalmente puede poner en riesgo la seguridad de la población. También se lo conoce como terremoto, del latín «terraemotus», a partir de «terra» (tierra) y «motus» (movimiento), aunque en algunas regiones del mundo se utiliza «sismo» para hacer referencia a terremotos de menor intensidad. 

Los sismos se originan mayormente por la interacción entre placas tectónicas, pero cualquier evento que provoque una gran liberación de energía en niveles subterráneos puede provocarlos. Otras causas posibles son los procesos volcánicos, los impactos de asteroides y las detonaciones nucleares subterráneas. En cuanto a la magnitud del sismo, dependerá de la cantidad de energía liberada. 

Según cual sea la concentración de energía, un sismo puede causar desplazamientos de la corteza terrestre, corrimientos de tierras, tsunamis y hasta erupciones volcánicas. Para dar cuenta de la magnitud, se utilizan diferentes escalas, como por ejemplo la Richter (la más conocida y utilizada en medios de comunicación).

El punto de origen de un sismo se denomina foco o hipocentro, y el área de la superficie que se encuentra justo por encima se conoce como epicentro. Las ondas sísmicas se propagan desde el hipocentro, y en superficie se evidencian primeramente en la zona epicentro. Es decir, el epicentro es la proyección en la superficie del hipocentro.

Tipos de sismos

Los sismos pueden clasificarse según cual sea su origen. Entre los diferentes tipos encontramos:

  • Sismos tectónicos: Es el tipo más común. Se originan por el movimiento de las placas tectónicas, y afectan áreas muy extensas. A su vez, según cual sea el contexto en el que ocurren, se pueden diferenciar dos categorías:

– Sismos interplaca: Ocurren por la interacción entre dos placas tectónicas, más concretamente cuando una se introduce debajo de la otra (subducción). Esto sucede cuando el esfuerzo compresivo en la zona de contacto vence al acoplamiento mecánico que traba el movimiento entre ambas. Si este tipo de sismo tiene lugar en el océano, pueden generar tsunamis. 

– Sismos intraplaca: Son menos comunes que los sismos intraplaca, y por lo general de menor magnitud. Estos se producen en el interior de una misma placa y no en los límites entre dos placas. Pueden ocurrir en cualquier lugar donde existan fallas geológicas activas, y pueden tener profundidades de cientos de kilómetros (a diferencia de los sismos interplaca, que son más superficiales).

  • Sismos volcánicos: Son muy poco frecuentes. Se producen cuando ocurre una erupción volcánica lo suficientemente fuerte como para generar grandes temblores. El área afectada suele ser pequeña en comparación al alcance de los sismos tectónicos.
  • Sismos por hundimiento: Se producen por la erosión en la parte interior de la corteza terrestre, provocado por el flujo de aguas subterráneas. La acción erosiva genera un espacio vacío, que finalmente cede ante el peso de la capa superior. El resultado es un temblor poco común que afecta a un área relativamente pequeña.
  • Sismos por deslizamientos: Son originados por el peso de las montañas, que provocan deslizamientos bruscos de tierra sobre fallas o discontinuidades geológicas. Generalmente no son de gran magnitud.  
  • Sismos por explosiones nucleares: Son temblores originados por la actividad humana. Se deben a la onda de presión que propaga por el subsuelo cuando se realizan explosiones nucleares subterráneas. 

Por otra parte, también se puede clasificar sismos según la profundidad de su foco o hipocentro: 

  • Sismos superficiales: Se producen dentro de la corteza terrestre, en los primeros 70 kilómetros de profundidad.
  • Sismos intermedios: Se producen entre los 70 y los 300 kilómetros de profundidad.
  • Sismos de profundidad: Se producen fuera de los límites de la litósfera, a más de 300 kilómetros de profundidad.

Intensidad y magnitud de los sismos

Si bien la intensidad y la magnitud de un sismo están relacionadas, no son lo mismo. La magnitud cuantifica la fuerza del sismo mediante la medición de la energía liberada. En cambio, la intensidad es una descripción cualitativa de los efectos que tienen las ondas sísmicas en la superficie, donde se tienen en cuenta por ejemplo los daños materiales y pérdidas económicas. Por lo general, la intensidad de un sismo se incrementa a medida que nos acercamos al epicentro, pero la magnitud no cambia porque es independiente del lugar donde se la mida.

La magnitud del sismo puede expresarse con diferentes escalas, pero la más común es la Richter, que va desde pequeños temblores que se registran pero no se perciben (magnitud menor a 3.5) hasta fuertes terremotos con gran poder destructivo (magnitud mayor a 8). 

Para obtener la intensidad del sismo, se utiliza la Escala de intensidad Mercalli Modificada, que consiste en una serie de categorías nombradas con números romanos del I al XII, donde la intensidad mínima (I) implica que el sismo no fue sentido, o solo sentido por unas pocas personas, y la intensidad máxima (XII) significa la destrucción total. En general, las intensidades menores de esta escala se basan en que tan fuerte las personas percibieron el sismo, y las intensidades mayores se refieren a que tan grandes fueron los daños estructurales.